jueves, 2 de diciembre de 2010

Claves para conseguir la felicidad en la pareja I-(María Eugenia Parejo)


Claves para conseguir la felicidad en la pareja I
(María Eugenia Parejo)
La Influencia positiva y negativa de los complejos

Los complejos y su influencia en la relación de pareja.

Todos los seres humanos anhelan en lo más profundo la felicidad en la pareja; sin
embargo, pocos la consiguen.
Al principio todo parece maravilloso pero más tarde, en
la convivencia no resulta ser como uno se había imaginado.
Surgen entonces situaciones de tensión en la pareja y uno se pregunta:
“¿Por qué habrá reaccionado de esta manera, si no era para tanto?”.
Y otras veces uno se pregunta a sí mismo:
¿Por qué habré respondido así, si sé que esto no conduce a nada bueno?”
Los seres humanos desarrollamos desde el comienzo de nuestra existencia una serie de
reacciones automáticas aprendidas que nos pueden ser de gran utilidad en la vida, si
son buenas, o por el contrario pueden ser un obstáculo para el propio desarrollo.
Estas reacciones automáticas son los complejos.
Por ejemplo, hay reacciones automáticas positivas que pueden ser desde conducir un coche hasta agradecer las cosas o admitir los propios errores.
Hay reacciones negativas, como por ejemplo, no tomar responsabilidad por miedo a fracasar, o contestar a la defensiva ante cualquier tipo de crítica.
A pesar de que la palabra complejo ya se conoce popularmente, se utiliza solamente
aludiendo al aspecto negativo.
Sin embargo, un complejo puede ser positivo o negativo.
El gran psicólogo profundo, investigador y filósofo Walter Odermatt, en sus estudios
sobre el ser humano interior, descubrió que hay cuatro tipos de complejos: el complejo
de madre, el complejo de padre, el complejo de inferioridad y el complejo de culpa.
El acontecer de nuestra vida y el alcance del ideal dependen en gran medida de si
desarrollamos estos complejos de manera positiva o negativa.
Para que la relación de pareja no solo funcione sino que además se convierta en motor
de nuestra vida y en motivo de gran felicidad, es necesario que ambos miembros de la
pareja se comprometan al propio desarrollo y a ayudarse mutuamente en este proceso.
Tenemos que descubrir qué complejos negativos tenemos que son causa de problemas
y frustraciones en la relación, que nos conducen a un estado de tensión que incluso
puede causar una crisis.
Cada uno tiene la responsabilidad de observar su estado de desarrollo y hacer lo
posible para mejorarlo.
Esto causa satisfacción y alegría a uno mismo y a la pareja.
Vamos a explicar brevemente los cuatro diferentes complejos y las consecuencias que
tienen en la relación de pareja:
El complejo de madre

El origen de un complejo de madre negativo es el mimo exagerado de los niños, 
como se suele hacer en la mayoría de las casas hoy día.
Se acostumbra a los niños desde pequeños a no tener que esperar 
casi nunca, a que mamá y papá siempre están disponibles, a que lo hacen todo por él.
Se les da casi todo lo que quieren. Así el niño
se acostumbra a esto, y los padres también, que siempre tienen que darles todo.
Una psicología y una pedagogía erróneas, y un bienestar mal entendido y mal ejercido son
el origen más profundo de ello.
El complejo de madre negativo se muestra más tarde cuando una persona plantea
exigencias injustas a los demás, piensa que tienen que preocuparse por él y satisfacer
sus necesidades, actuando como un niño pequeño que aún necesita a su madre.
También se muestra en un cuidado excesivo por los demás, en imponerles su ayuda e
impedir su independencia.
Ejemplo de esto son la madre acaparadora y el síndrome de  la ayuda.
Por el contrario, cuando el complejo de madre está desarrollado de manera positiva,
sólo se plantean exigencias adecuadas a otros y se satisfacen las exigencias justas de
los demás.
La influencia del complejo de madre en la pareja.
La propia felicidad depende siempre en último término de uno mismo.
Amar es hacer el bien.
La felicidad no depende de cuánto nos amen, sino del amor que uno mismo
siente.
Muchas personas sufren por exigir a la pareja la propia felicidad. “Él me tiene que
hacer feliz” o “Ella me tiene que hacer feliz”.
Sin embargo, la otra persona no cumple
siempre las expectativas de uno, y viene la decepción y la infelicidad.
Y, además, ¿noconocemos el estado de descontento continuo, haga el otro lo que haga?
¿Cuántas parejas se esfuerzan para hacer todo lo que el otro quiere y sin embargo, no consiguen
satisfacerle nunca?
El descontento esta en él, que no sabe saborear la felicidad ni tiene
agradecimiento hacia la vida y hacia su pareja.
Cuando una persona está feliz y agradecida con su vida, satisface en primer lugar sus
propias necesidades y realiza sus tareas con alegría, no siente la necesidad de que su
pareja cubra esas necesidades.
Si además el destino le ofrece una pareja que le quiere y
le mima será aún más feliz y más agradecido, pero su felicidad no depende de ello.
Sentir amor por alguien es un regalo, nos hace felices.
Y también hay que merecerse el amor de los demás.
No hay que lamentarse si todavía no tenemos a alguien que nos quiere tanto como anhelamos.
Ahora bien, para que haya mayor armonía en la pareja ha de haber un orden.
El orden surge a través de los acuerdos mutuos y de su cumplimiento.
Aquí la pareja puede hacer tratos dirigidos al buen funcionamiento tanto de la vida cotidiana como del
futuro, en relación a lo material (el orden en la casa, la economía familiar, la
distribución del tiempo…), como en relación a otras cuestiones importantes (el trabajo
en la pareja, en la educación…).
Incluso es muy adecuado que haya un orden en las relaciones íntimas.
La vivencia de la erótica y de la sexualidad en la pareja es el
alimento que mantiene vivo el amor, es el fuego, es la energía que carga la vida
amorosa. Y es necesaria tanto para el hombre como para la mujer.
El juego erótico y sexual hay que cultivarlo para que cada vez sea más elevado
y más hermoso, y solo se puede cultivar algo con un orden y una continuidad, de manera consciente.
Si la relación sexual se basa exclusivamente en lo espontáneo, tarde o temprano comienza a
fallar.
Hay personas que piensan que pierde encanto si no es espontáneo, pero
realmente el dominio de la sexualidad y el máximo placer y alegría se consiguen
cuando uno es capaz de esperar al momento concreto y cuando llegue ese momento
estar preparado para vivirlo plenamente.
El orden crea libertad. Si se habla todo con la pareja y se realizan acuerdos que se
cumplen, se llega a ser libre.
El complejo de madre positivo exige a uno mismo y a los demás lo justo y cumple con
ello.
Complejo de padre

El padre representa la conciencia dominante y la tradición.
La persona con un complejo de padre negativo se rige por lo que piensan los demás,
por la opinión colectiva, depende de lo que piensan los demás de él y de sus actos.
No es libre, se limita, no se atreve a hacer ciertas cosas porque teme el juicio de los demás.
Un complejo de padre negativo puede ser tan fuerte que consiga bloquear a la persona
e impedir que haga una cosa, aunque nadie haya dicho nada en contra y ni siquiera lo
vean mal.
No expresa su opinión o expresa opiniones ajenas, para satisfacer a la
tradición.
También se muestra exigiendo a los demás que se orienten por las opiniones
establecidas, sin haberlas comprobado (“simplemente porque sí”), imponiendo a los
demás las opiniones y lo que tienen que hacer.
Sin embargo, el que desarrolla un complejo de padre positivo se orienta por sus
propias opiniones, dirigidas idealmente por la conciencia del bien y del mal.
Es capaz de hacer las cosas independientemente de lo que piensen los demás. Sabe sostener su
opinión ante otros sin imponerla, salvo algunas excepciones en las que la persona
tenga que imponerse para impedir daños mayores.
No impone su opinión pero sí es capaz de mostrar las consecuencias de una conducta equivocada.

Influencia del complejo de padre en la relación de pareja

Para que una pareja pueda conseguir la mayor felicidad, ha de ser fuerte y mantenerse
firme en las opiniones correctas sobre el ideal y no hacerse dependiente de las
opiniones de los demás y adaptarse a ellas por satisfacer la tradición de la sociedad o
de los propios padres.
La opinión pública está llena de falsedades: “El ideal no existe”,
“la sexualidad es sólo para los hombres”, “no hay quien entienda a las mujeres”, “los
hombres son todos iguales”, “la juventud es la mejor etapa de la vida”, “el matrimonio
te ata”, etc.
Tanto el hombre como la mujer tienen la tarea de revisar qué opiniones tienen, a qué
tradición se someten, si se corresponde con la verdad o no.
Por ejemplo, muchas mujeres tienen dificultades en la sexualidad
porque han adoptado la opinión de que la
mujer ha de ser recatada en el sexo, de lo contrario es una “fresca”. Esta opinión no les
permite vivir la sexualidad con plena satisfacción sino que esperan a que su hombre
tenga la iniciativa y se muestran avergonzadas.
Sin embargo, la vivencia de la sexualidad ha de ser una expresión elevada del amor entre ambos, y así a la mujer le  resulta maravilloso mostrar sus encantos y vivir su sensualidad sin inhibiciones, y
además proporciona a su hombre el mayor de los deleites.
Cabe decir que la mujer, para entregarse completamente al placer con su hombre,
necesita sentir su respeto profundo y la plena confianza en él.
Toda mujer, en su fuero interno desea entregarse a
su hombre y elevarse en el placer más ardiente con plena libertad.
Hay que construiruna nueva tradición según la naturaleza y el propio gusto de esta pareja, y no
someterse a una tradición errónea que nos castra.
Muchas opiniones sobre la pareja corren de voz en voz rebajando o incluso anulando
los ideales de la gente. Sin embargo, el ideal existe, solo que hay que trabajar en él.
Esto significa que cuando algo no se corresponde con lo que uno había visto en el
enamoramiento o con lo que una vez se había imaginado, no hay que darse por
vencido. Hay que luchar por el ideal en la pareja. Al igual que cualquier proyecto, la
pareja necesita trabajarse, y es el trabajo más satisfactorio de todos.
Un complejo de padre positivo se crea comprobando si las opiniones que uno ha
adquirido a lo largo de su vida son verdaderas y cambiando las opiniones que no lo
son. El mero hecho de que uno haya tenido siempre una opinión determinada o de que
la sociedad así lo haya establecido no es razón suficiente para no planteársela y
comprobar si realmente esa opinión nos ayuda en la vida o nos interfiere.
Complejo de inferioridad

La persona con complejo de inferioridad negativo minimiza el propio valor. Se siente
incapaz de hacer ciertas cosas y se ve imposibilitado para otras. Frases como: “Yo no
valgo para esto”, “Tú lo sabes hacer mejor”, “Yo no soy tan guapa”, “No puedo con
ello”, son pensamientos que una persona con complejo de inferioridad tiene con
frecuencia. Por el contrario, el que desarrolla un complejo de inferioridad positivo
reconoce su propio valor, se da por satisfecho con lo que sabe y es capaz de hacer, y
desarrolla sus capacidades. También puede ver dónde están sus límites, de una manera
objetiva, y los acepta.

Influencia del complejo de inferioridad en la relación de pareja.

Muchas veces surgen tensiones en las parejas a causa de un complejo de inferioridad
negativo. También en este caso es importante recapacitar sobre el valor de las distintas
capacidades del hombre y la mujer y en concreto de cada individuo. Actualmente, se
lucha por la “igualdad de sexos”. Si bien es realmente necesario que el trato a cada
individuo sea el justo, esta lucha por la “igualdad de sexos” conduce en muchos casos
a una lucha entre los sexos que solo lleva a la destrucción. En vez de haber armonía y
compenetración entre los dos sexos hay competencia, y esto perjudica enormemente a
la pareja.
El sentido de la pareja no es demostrar al otro que se es mejor que él o que vale tanto
como el compañero. El sentido de la pareja es encontrar la felicidad y compartirla. Es
amarse. Amarse significa querer el bien para la otra persona, y esto significa desear
que el compañero se desarrolle según sus propias capacidades, y no según las
capacidades que la sociedad valora o que uno quisiera tener, en muchos casos
equivocadamente.
Las capacidades y cualidades del hombre y de la mujer son diferentes, y las
capacidades de cada ser humano son también particulares. Se crea mayor felicidad en
la pareja cuando se fomenta el desarrollo de las particularidades de cada uno, y se le da
el valor adecuado.
El enfoque adecuado es el aprecio y admiración por las propias cualidades y por las
del compañero.
Cuando la persona amada no ha desarrollado algo necesario o
adecuado, la tarea es ayudarle a que lo haga.
Por el contrario, el desprecio puede
causar heridas y daños que deterioren la relación. El desprecio es contrario al amor.
Si desarrollamos el complejo de inferioridad positivamente, sabemos apreciar nuestras
propias cualidades y las de los demás.
Podemos ver nuestros límites sin que esto nos
haga sufrir. Sabemos en qué tenemos que esforzarnos más y podemos ayudar a otros a
mejorar en sus dificultades en vez de despreciarles por ello.

Complejo de culpa

Todos los seres humanos tenemos una conciencia del bien y del mal que se manifiesta
en ocasiones de manera evidente y otras de manera muy sutil en nuestro interior. Lo
captamos con una sensación interior.
La persona con complejo de culpa negativo interpreta equivocadamente la conciencia
del bien y del mal que le muestra algo en relación a un hecho o a una actitud.
Oculta sus errores y los justifica cuando aparecen.
También el complejo de culpa negativo se
muestra echando la culpa a los demás y diciéndoles por qué tienen que sentirse
avergonzados, mal o culpables.
La persona que desarrolla el complejo de culpa positivo comprueba a qué se refiere la
conciencia del bien y del mal cuando se manifiesta.
Reconoce sus errores, se arrepiente, los corrige y repara los posibles daños.
Además, agradece la crítica, asume
la responsabilidad de sus actos y cumple con sus tareas.
La influencia del complejo de culpa en la pareja
El gran enemigo del estado pleno de felicidad es la soberbia.
Ambos miembros de la pareja desean que el compañero se convierta realmente en el
ideal tan maravilloso que al principio habían visto en el enamoramiento.
El enamoramiento hace que lo veamos por la proyección que hacemos.
Pero esto requiere un proceso de desarrollo y, como en todo proceso,
se necesita paciencia y tesón, tanto
con el compañero como con uno mismo.
Alcanzar el ideal, alcanzar la perfección no consiste en no cometer fallos.
Esta es una idea de perfección equivocada que conduce a esconder los fallos para aparentar ser
perfecto. La perfección se consigue solamente cuando se admite el fallo cometido y
automáticamente se dispone uno a rectificar y a no volver a repetirlo.
Sólo de esta manera el ser humano es capaz de mejorar y de acercarse humildemente a la
perfección.
Para ello hace falta la crítica. Esta crítica puede venir de uno mismo o de
personas ajenas que nos ayuden a ver en qué mejorar e incluso cómo mejorar.
La soberbia es contraria al amor.
La soberbia hace que las parejas, lejos de admitir sus
propios fallos y de aspirar cada individuo al propio ideal, se echen la culpa el uno al
otro con la intención de rebajar al compañero disimulando su propio error.
La crítica es un regalo que hay que admitir con agradecimiento.
Es realmente hermoso  cuando la persona amada reacciona con amor
y agradecimiento ante una crítica, ante
una advertencia de que algo no se corresponde con su ideal.
Admitir un fallo con  humildad no aleja de la perfección, muy al contrario,
nos acerca a ella, y hace que
veamos aún con mayor claridad ese ideal, en la persona amada o en uno mismo.
El complejo de culpa positivo nos ayuda a reconocer los propios errores, tomando la
responsabilidad de nuestras acciones o actitudes y pidiendo perdón por las
consecuencias.
Siempre se pueden evitar culpas mayores cuando se reconoce un error
a la primera, así es como se hace una persona de confianza.


Los complejos, estas reacciones automáticas, son inconscientes, por eso no es tan fácil
reconocerlos.
Primero hay que elevarlos a la conciencia, y una vez conscientes,
transformar los negativos en positivos.
En la Psicología Profunda según la escuela de
Walter Odermatt disponemos de los medios adecuados para ver lo que esta guardado
en el inconsciente, tanto los complejos como los potenciales que aún no hemos
desarrollado, y también para elaborarlos según el ideal.
Disponemos de las asociaciones como medio de trabajo para acceder a los complejos inconscientes y su
origen. También los sueños son un medio de gran ayuda para acceder al ser humano
interior, para ver las carencias y los fallos en el desarrollo hasta el momento y su
solución, y para reconocer los complejos negativos y sus consecuencias en la vida
cotidiana.
El compromiso al trabajo individual en el propio desarrollo y su realización, y la ayuda
mutua, es la base para lograr la felicidad en la pareja.
Se tiene una responsabilidad frente a la persona amada. 
La confianza es fundamental para que pueda vivirse el estado paradisíaco, para poder desnudarse ante la persona amada en todos los sentidos, sin nada que ocultarse entre sí.
Para conseguir el estado paradisíaco en la relación de pareja hay que estar dispuesto a mostrarse
completamente, para así poder ayudarse mutuamente en los fallos, en los daños, los complejos y en las opiniones equivocadas. 
También así se podrán contemplar y admirar mutuamente los tesoros interiores de cada uno. 
A través de este desarrollo, la persona amada puede convertirse  en el tesoro más valioso y así cada año que comienza puede llegar a ser más hermoso que el anterior.

Fuente :María Eugenia Parejo, 2007 © todos los derechos reservados

LA MUERTE DE UN SER QUERIDO EN LA FAMILIA-(Psicol. Claudia Alberto Fermanelli)

LA MUERTE DE UN SER QUERIDO EN LA FAMILIA 


La pérdida de un ser querido es siempre un momento difícil y doloroso para la familia y tiene consecuencias psico-afectivas.
El proceso por el que se atraviesa luego de la misma se denomina duelo, y consta de varias fases que conducen, si es vivido normalmente, a la superación de la muerte del ser querido y a una progresiva adaptación a la nueva situación.
Su desarrollo es más o menos largo y doloroso dependiendo de varios factores, como son: la relación con el fallecido (tipo de lazo familiar e intensidad del mismo, dependencia, conflictos, ambivalencia), circunstancias de la muerte (esperada o repentina, sosegada o violenta), y la edad de éste. 
En general, el duelo dura entre uno y tres años.
Podemos decir que se ha elaborado un duelo cuando se acepta esa muerte, cuando se deja de pensar en el pasado y se puede dirigir de nuevo toda la energía al presente, en la vida y en los vivos. 
Se logra recordar al fallecido sin sufrimiento, y se aprende a vivir sin él, recobrando la propia identidad.
Disfrutar de la vida nuevamente, no significa olvidarse para siempre de la persona que se ha perdido, y la cantidad de tiempo que se demora en elaborar el duelo no se relaciona directamente con cuánto se amaba a aquel. 
Por lo tanto, no se debe sentir culpa por la forma en que se vive un duelo, comparándolo con otras personas o con consideraciones generales, ya que cada caso es específico.


Fases del proceso de duelo.

La psicologia del duelo diferencia tres etapas o fases por las que todas las personas atraviesan inmediatamente después de la pérdida de un ser querido:


1) Fase de impacto (de pocas horas a una semana)
Negación de la realidad. 
Se actúa como si el fallecido aún estuviera vivo, y se tiene la fantasía de que volverá. 
Luego, se da en esta etapa un período de insensibilidad, donde nada parece real. 
Se tiene la sensación que le está pasando a otro, se encuentra incapaz de reaccionar y, por último, aparece el enojo o resentimiento, buscando culpables, como los médicos que lo dejaron morir, Dios por habérselo llevado, otros familiares por descuidarlo, e incluso el mismo fallecido por haberlo abandonado.

2) Fase de depresión o de repliegue (de un mes a un año):

Aquí se desarrollan sentimientos de tristeza, angustia o depresion, que se expresan a través del llanto, nostalgia, melancolía y confusión. 
Surge el miedo que es, fundamentalmente, a la soledad, al desamparo. 
También pueden aparecer sentimientos de culpa, pensando que no ha hecho lo suficiente para salvarlo.

3) Fase de recuperación o restitución (después del año):
Por fin la persona va superando el duelo y comienza a sentir alivio, como que todo ha pasado. Convencimiento de que necesita seguir su vida y ser feliz. 
Se ha aceptado la pérdida, se ha superado el dolor. 
Tiene lugar una reorganización del individuo en la que se recuperan todas sus capacidades psíquicas.

Supuestos erróneos:
    • Conservar objetos del difunto: se supone que mantener intactas las pertenencias de la persona fallecida, implica respeto o que no se lo olvidará. Esto no es necesariamente así. A algunas personas les reconforta hacerlo y a otros le resulta difícil soportarlo; por lo que es aconsejable que cada uno haga lo que le resulte más positivo. También se pueden conservar los objetos de recuerdos más apreciados y descartar otros.
    • Más se sufre porque más se amaba: el duelo es distinto en cada persona, y se desarrolla con mayor o menor intensidad debido a múltiples factores; por ello este supuesto es erróneo, ya que no hay relación directa y única entre el sufrimiento padecido y el amor sentido por el difunto.
    • Hay que contener las emociones: en el intento por superar la pérdida, hay personas que se obsesionan con que no hay que pensar en el difunto, ni hablar de él, ni de lo sucedido, y que todo recuerdo material debe esconderse de la vista. Esta es una manera de negar los sentimientos y emociones que son propios y naturales del ser humano frente al duelo, por lo cual es muy negativo, ya que si éstos no se expresan, de todas maneras se manifestarán de una u otra forma, generalmente, como depresión o síntomas de todo tipo. Es fundamental expresar lo que sentimos a cada momento , desahogarse y buscar si es necesario la ayuda de un psicologo para hacerlo.


Los niños frente a la pérdida de un ser querido.
En los niños es muy particular la vivencia y consecuencias de la pérdida de un ser querido. 
Depende de la edad en que se presente, debido a los diferentes significados que tiene el concepto de muerte para cada etapa del desarrollo infantil. 
Siempre es importante acompañarles en este proceso, estando a su lado para responder a sus preguntas. 
Ayudarlos a entender lo que está pasando, sin obligarlos a aceptar la realidad de la pérdida. 
No dejarlos al margen, ni esconderles nada de lo que está sucediendo; a su manera tienen que percibir y vivir el acontecimiento que afecta a toda la familia.
Antes de los cinco años no existe una idea clara de lo que es la muerte. 
Luego la viven como una separación temporal; es algo provisional y reversible. 

Sin embargo, los niños se afligen y sufren aunque en un lapso breve de tiempo porque al rato están jugando normalmente. 
Es necesario explicarle una y otra vez lo que ha sucedido, lo que significa la muerte; para ellos la persona que ha fallecido volverá, o se despertará en algún momento. 
Es importante utilizar los términos exactos y llamar a la muerte por su nombre, para no generar más confusión con palabras como “se ha ido”, “se ha quedado dormido para siempre”, “se ha ido de viaje”, “Dios se lo ha llevado”. 
Es fácil ver que estos enunciados pueden generar más fantasías y ansiedad en los niños de esta edad. 
En cambio, es aconsejable remitirlos a ejemplos de muerte de la cotidianidad, como en la naturaleza, muerte de animales domésticos.
A partir de los nueve años tienen una idea más clara y ajustada de la muerte. Saben que es permanente y real. 
Los niños suelen pasar las etapas del duelo más rápidamente que los adultos, debido a su particular percepción del tiempo.
Es importante ser completamente honestos con los niños. 
Buscar el momento y el lugar adecuados para darles la noticia; así como las palabras justas. 
Es mejor dejar pasar unas horas del suceso (principalmente si es una muerte inesperada) para que los adultos se tranquilicen y haya pasado el tiempo de máxima crisis, de shocks nerviosos, desbordes, etc., propios del momento, para que el niño no los presencie. 
Utilizar la menor cantidad de palabras posibles, sólo las necesarias para describir la situación, sin entrar en detalles escabrosos. 
Si preguntan el por qué ha sucedido, es factible decirles que tampoco lo sabes, antes que inventar causas irreales o fantasiosas; y siempre ante la mención de inculpación por parte del niño, repetir, una y otra vez, que de ninguna manera ha sido culpa suya.
Los tres temores y fantasías que se presentan con mayor frecuencia en el niño son: si le pasará eso a él; si él ha tenido la culpa de lo que sucedió y quién lo va a cuidar, en caso de que sea la muerte de uno de sus padres.

El duelo en la adolescencia

El adolescente puede sentir mucha rabia, miedo, impotencia, y preguntarse por qué y para qué vivir.
Muchas veces se pide al adolescente que sea fuerte, debido a que se lo considera ya mayor. 
Pero éste se ve bajo la presión de ser maduro cuando está en una etapa llena de incertidumbres e inseguridad. Incluso considera que si manifiesta abiertamente el dolor que siente, puede tomarse como señal de debilidad.
La pérdida de un ser querido se le suma a una serie de conflictos propios de la etapa en la que vive, por lo cual se le hace más duro aún sobrellevarla.
Si el adolescente se encuentra en un momento de conflicto de relación con sus familiares, propios de la edad, como consecuencia de querer lograr su independencia e identidad, puede que la pérdida de uno de éstos se cargue de culpa o sentimientos ambivalentes. 
Esto complicaría el proceso de duelo, llegando a manifestarse conductas de riesgo (consumo de alcohol y drogas, conductas delictivas), fracaso escolar, mayor agresividad con familiares y amigos, problemas psicologicos en general.
Por ello, en la adolescencia hay que prestar atención a la situación particular por la que está atravesando el joven, y apoyarlo lo máximo posible. 
Lograr una mayor comunicación con él para que pueda expresar sin presiones y sin ser juzgado por lo que siente y piensa. No demandarle más de lo que puede dar.
 

Decálogo de consejos.
  1. Darse tiempo para elaborar la pérdida. El proceso de duelo conlleva un tiempo, por lo cual es “normal” sentirse mal. Esto es inevitable, por lo cual se debe aceptar. Por un tiempo, no se siente ánimos para realizar todas las actividades habituales. La vida cotidiana cambiará, es imprescindible ser consciente de ello.
  2. Aprender a vivir sin esa persona. Se logra al final del duelo aunque al principio parece imposible. Aceptar que se es una persona independiente, y que la propia vida continúa, además de que alrededor hay otras personas que también lo quieren y necesitan.
  3. Sentir el dolor. No esconderlo, ni esconderse cuando se sufre. Esto es positivo, así como poder expresar y compartir las emociones y sentimientos intensos.
  4. Recuperar el interés por la vida. Enfrentar el presente y aceptar el pasado para proyectar en el futuro. Aprender a quererse y a valorar la vida, más aún en estos momentos en que la experiencia enseña que la vida se puede escurrir de entre las manos, por lo que es mejor aprovecharla al máximo, disfrutándola.
  5. Seguir los rituales de funeral, ir al cementerio, conservar cosas. Las distintas culturas han establecido rituales como métodos que ayudan a hacer frente a la muerte. Por lo tanto, no hay dudas de que dan resultado y ayudan a sobrellevar esos primeros momentos de la pérdida, donde la persona se encuentra desubicada. Conservar objetos de la persona fallecida, suele ser positivo para algunas personas y para otras no tanto; por lo que no hay reglas generales, y se debe hacer lo que se considere mejor en ese momento.
  6. Hablar de lo sucedido y del muerto. Para poder desahogarse es fundamental poner en palabras esos sentimientos que nos ahogan. Contrariamente a lo que se suele pensar, no es positivo tratar de olvidar los sucedido y a la persona fallecida. Esto vendrá por añadidura luego de completar el duelo, inevitable, con todas sus etapas.
  7. No automedicarse. Hay una tendencia natural ha evitar el sufrimiento lo antes posible, y por ello se recurre a los psicofármacos con mucha facilidad, sin receta médica y, generalmente, facilitados por familiares o amigos. Pero se debe tener en claro que los mismos no remedian la realidad, y que de una u otra manera se tendrá que hacer frente a la pérdida. Por lo que es más saludable hacerlo cuanto antes, y con la plenitud de las aptitudes psicológicas y físicas.
  8. Aceptar la compañía de los familiares y amigos. Permitir que le acompañen en su hogar y actividades, aquellos seres queridos de siempre. No sólo en el momento del funeral y los días posteriores al mismo, sino en forma periódica. Es preciso saber que se tiene siempre alguien cerca, con quien poder hablar y expresar los pensamientos negativos y las sensaciones dolorosas que se presenten. Y analizar si es necesario la escucha de un psicólogo o psicóloga.
  9. No tomar decisiones importantes durante el proceso de duelo. Es aconsejable no decidir en estos momentos aspectos fundamentales de la propia vida, como por ejemplo, cambiar de trabajo, de casa, comenzar una pareja o tener un hijo. Es un período de confusión; entonces, no podemos razonar claramente nuestras ideas ya que pueden estar influenciadas por las fuertes emociones del momento, que son pasajeras.
  10. Darse permiso para descansar, disfrutar y divertirse. Permitir sentirse bien, reír con los amigos, hacer bromas. Darse el derecho a buscar momentos para disfrutar, que además serán de gran ayuda para superar el dolor.