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domingo, 23 de mayo de 2010

El pensamiento de Osho sobre EMOCIONES LIBRES DEL MIEDO, LOS CELOS Y LA IRA "¿Qué Son Los Celos Y Porque Duelen Tanto? "



EMOCIONES LIBRES DEL MIEDO, LOS CELOS Y LA IRA 
(OSHO)


¿Qué Son Los Celos Y Porque Duelen Tanto?


Hay personas que poseen la característica innata de saber expresarse a través de la palabra hablada, virtuosos de la elocuencia, que saben transmitir un mensaje claro, y que luego al ser transcripto, se convierte en textos de consulta, con los cuales en la mayoría de las veces se encuentra coincidencia,cuando se quiere expresar una opinión,ó establecer una reflexión sobre un tema concreto.
Osho, es para mí, exactamente éso.
Hay quien cree que los filósofos son charlatanes,pero ¿que sería de los métodos científicos sin la dialéctica?
Disiento con muchas de las obras escritas de Osho  y con algunas de sus ideas,pero rescato, la claridad con que se explaya sobre algunos temas sobre la condición humana (salvando la distancia de la traducción)y su modo, a veces metafórico y en ocasiones muy directo.
Este fragmento me resulta uno de los más logrados,tocante al tema que aborda.
De fácil comprensión,directo y al punto.
Espero que disfruten su lectura y que logren captar la intención del discurso.
Hasta la próxima




¿Qué Son Los Celos Y Porque Duelen Tanto?

Los celos son comparación.
 Y nos han enseñado a comparar, nos han condicionado a com­parar, siempre comparar.
Alguien tiene una casa mejor, un cuerpo más boni­to, más dinero, una personalidad más carismáti­ca.
Comparar.
Comparad a cualquiera que pase junto a vosotros, y el resultado que obtendréis será de grandes celos; es la consecuencia del condicionamiento para la comparación.Si dejáis de comparar, los celos se desvanecen.
Entonces simplemente sabéis que sois vosotros, no sois otra persona, algo para lo que no hay nece­sidad.
Es bueno que no os comparéis con los árboles, de lo contrarío empezaríais a sentiros muy celosos: ¿por que no sois verdes?
¿Por qué Dios ha sido tan duro y no os ha dado flores?
Es mejor que no os comparéis con los pájaros, con los ríos, con las montañas: en ese caso sufriríais.
Solo os comparáis con los seres humanos, por­que habéis sido condicionados a compararos úni­camente con los seres humanos; no os comparáis con los pavos reales ni con los loros.

Pues en ese caso vuestros celos no dejarían de crecer, os abrumarían tanto que ni siquiera seríais capaces de vivir.
La comparación es una actitud muy necia, porque cada persona es única e incomparable.
Una vez hayáis entendido esto, los celos desapa­recen.
Cada uno es único e incomparable.
Vosotros simplemente sois vosotros, nadie ha sido jamás como vosotros, y nadie lo será nunca.
Y tampoco necesitáis ser como otra persona.
Dios solo crea originales; Él no cree en fotocopias.
El sexo crea celos, pero es una cosa secun­daria.
De modo que no se trata de cómo librarse de los ce­los, no podéis libraros de ellos porque no podéis dejar el sexo.  
La cuestión es cómo transformar el sexo en amor, entonces los celos desaparecen.
Si amáis a una persona, el mismo amor es suficiente garantía, suficiente seguridad. Si amáis a una per­sona, sabéis que no puede ir junto a otra.
Y si lo hace, pues lo ha hecho; no se puede impedir
¿Qué podéis hacer?
Podéis matar a esa persona, pe­ro una persona muerta será de poco uso.
Cuando amáis a una persona, confiáis en que no puede irse con cualquiera.
Si lo hace, no hay amor y no se puede remediar.
El amor aporta esta comprensión.
No hay celos
De modo que si se presentan los celos, sabed bien que no hay amor.
Estáis en un juego, ocultáis el sexo detrás del amor.El amor es una palabra pintada, la realidad es el sexo.
La sociedad ha explotado al individuo de tantas maneras que casi resulta imposible de creer.
Ha creado artimañas tan inteligentes y astutos que es casi imposible incluso detectar que se trata de artimañas.
Estas artimañas están para explotar al individuo, para destruir su integridad, para arrebatarle todo lo que tiene... sin siquiera despertar una sospecha en él, ni una duda sobre lo que le están haciendo.
Los celos son una de esas artimañas tremendamente poderosas.
Desde la misma infancia toda sociedad, toda cultu­ra, toda religión nos enseña a todos a comparar.
Los celos son uno de los más grandes artilu­gios.
Analizadlos detenidamente: ¿qué significan?
Vivir en comparación.



Alguien está por encima de vosotros, alguien está por debajo.
Siempre os encontráis en el escalón intermedio de la escalera.
Quizá la escalera sea un círculo, ya que nadie le en­cuentra fin.
Todo el mundo está atrapado en alguna parte en el medio.
La escalera parece ser una rueda.
Alguien está por encima de vosotros... eso duele.
Eso os mantiene luchando, afanándoos, tratando de avanzar por todos los medios, porque si tenéis éxito, a nadie le importa si habéis triunfado de un modo bueno o malo. El éxito demuestra que tenéis razón; el fracaso demuestra que estabais equivocados.
Lo único que importa es el éxito, así que cualquier medio servirá.
El fin hace que los medios sean los correctos. De modo que no debéis preocuparos por los me­dios... nadie lo hace.
Lo único que importa es subir en la escalera.
Pero jamás alcanzáis su fin.
Y quienquiera que esté encima de vosotros os crea celos, ya que esa persona habrá triunfado y vosotros habréis fracasado.
Las conclusiones a priori os hacen cre­yentes, no científicos.
Cuando os digo que meditéis en ello, quiero decir que miréis.
Sed un científico en vuestro mundo interior.
Dejad que la mente sea vuestro laboratorio, y ob­servad... sin condena, recordadlo.
No digáis: «Los celos están mal». ¿Quién lo sabe?No digáis: «La ira está mal». ¿Quién lo sabe?
Sí, lo habéis oído, os lo han contado, pero eso es lo que dicen los demás, no es vuestra experiencia.
Y tenéis que ser muy existenciales, experimentales: a menos que vuestro experimento lo demuestre, no debéis decir sí o no a nada.
Debéis ser absolutamente imparciales
Y entonces observar los celos, o la ira o el sexo es un milagro.
¿Qué pasa cuando observáis sin emitir ningún juicio?
Empezáis a ver la verdad.
Los celos se vuelven transparentes: veis su estupidez, veis su necedad
No es que ya habéis decidido que es estúpido; si lo habéis lecho, no habéis entendido nada.
Recordadlo: no digo que decidáis que son estúpi­dos, que son una necedad.
Si lo decidís, no lo entendéis.
Simplemente continuad sin ninguna decisión.
¿Qué son estos celos?
¿Qué es esta energía llamada celos? Y observadla como observáis una rosa... mirad en su interior. Cuando no hay conclusión, vuestros ojos están claros; la claridad sólo la consiguen aquellos que no tienen conclusiones. Observad, mirad en su interior y se volverán transparentes, y llegareis a saber que son estúpidos. Y conociendo su estupidez, se caen por si solos. No necesitáis libraros de ellos.
Ni siquiera podéis ver a la otra persona sien­do feliz con alguien por un minuto... pensáis que ¡podéis morir por la otra persona!
Intentad ver lo que realmente hay en vosotros para la otra persona ... y los celos desaparecerán.
En la mayoría de los casos con los celos, vuestro amor también desaparecerá.
Pero es bueno, porque ¿qué sentido hay en sentir un amor que está lleno de celos, que no es amor?
Si los celos desaparecen y, el amor permanece, en­tonces tenéis algo sólido en la vida que vale la pena.
Los celos son una de las áreas más frecuentes de la ignorancia psicológica sobre vosotros mismos, sobre los demás y más específicamente so­bre las relaciones.
La gente cree que sabe lo que es el amor, y no lo sabe
Y su malentendido crea celos.
Por «amor» se refiere a una cierta clase de monopo­lio, de ganas de poseer sin comprender una simple verdad de la vida: que en cuanto poseéis a un ser humano, lo habéis matado.La vida no se puede poseer.
No podéis tenerla en vuestro puño.
Si queréis tenerla, debéis mantener las manos abiertas.

¿Qué os pone Celosos?
 
Los celos en sí mismos no son la raíz.
Amáis a una mujer, amáis a un hombre; queréis po­seerlos solo por miedo a que mañana puedan irse con alguna otra persona.
El miedo al mañana destruye vuestro hoy, y es un círculo vicioso.
Si cada día es destruido por el miedo al mañana, tarde o temprano el hombre va a ponerse a bus­car a otra mujer porque os convertís en un incor­dio, y cuando lo haga o decida irse a vivir con otra mujer, pensaréis que vuestros celos han de­mostrado tener razón.
De hecho, son vuestros celos los que han creado toda la situación.
Así que lo primero que hay que recordar es: no os preocupéis por el mañana; el hoy es sufi­ciente.
Alguien os ama... dejad que sea un día de júbilo, de celebración.
Estad tan enamorados hoy que vuestra totalidad y amor bastarán para que el hombre no se aleje de vosotras.
Vuestros celos lo alejarán; solo vuestro amor puede retenerlo a vuestro lado.
Sus celos os alejarán; su amor puede reteneros con él.
No penséis en el mañana. 
En cuanto penséis en ma­ñana vuestro hoy vivo permanece a medias.
Simplemente vivid el hoy y olvidaos del mañana, que seguirá su propio curso. 
Y recordad una co­sa, que si el hoy ha sido una experiencia tan be­lla, una gran bendición... del hoy nace el maña­na, así que ¿por qué preocuparos?
Si algún día el hombre al que habéis amado, la mujer a la que habéis amado, encuentra a otra persona... es simplemente humano ser feliz, pe­ro vuestra mujer es feliz con otro...
Da igual que sea feliz con vosotros o con otro, es feliz.
Y si la amáis tanto, ¿cómo podéis destruir su feli­cidad?
Un amor verdadero siempre será feliz si la pareja se siente jubilosa con otra persona. 
En esa situa­ción, cuando una mujer está con otro, y vosotros seguís siendo felices y le estáis agradecido y le decís a ella:
«Tienes libertad absoluta; sé totalmente feliz, esa es mi felicidad. 
No importa con quién seas feliz, lo que importa es tu felicidad», creo que no podrá permanecer mucho tiempo lejos de vosotros, re­gresará.
¿Quién puede abandonar a semejante hombre o mujer?
Vuestros celos lo destruyen todo.
Vuestro anhelo de posesión lo destruye todo.
Se trata de un problema universal, y no pue­de solucionarse, solo se puede trascender.
La gente intenta solucionarlo. Crea más problemas; eso es lo que se está haciendo en todo el mundo.
Estos problemas “los celos, la posesión”, en realidad no son problemas, sino síntomas, sínto­mas de que aún no sabéis lo que es el amor.
Damos por hecho que sabernos lo que es el amor, y que entonces es cuando surge el problema de los celos. 

No es así. 
El problema surge porque el amor todavía no está presente, sencillamente muestra que el amor aún no ha llegado, muestra la ausencia de amor.
Así que no podéis solucionarlo.
Todo lo que necesitáis es olvidaros de los celos. porque se trata de una lucha negativa. 
Es luchar con la oscuridad; carece de sentido. 
En su lugar, encended una vela. 
Eso es el amor. Una vez que el amor empieza a fluir, los celos y el afán de po­sesión y todo eso dejan de existir. 
Os sorprende adónde habrán podido ir, ya que no conseguís encontrarlos. 
Es como cuando encendéis una ve­la, podéis poneros a buscar la oscuridad en la ha­bitación, que no vais a dar con ella. 
Incluso buscáis con una luz y no lográis encontrarla. 
No podéis encontrarla con una luz porque ya no está ahí, simplemente se trataba de una ausencia de luz.
Los celos son ausencia de amor.
Mi enfoque es: ni os molestéis con los ce­los, de lo contrario, os meteréis en una trampa de la que nunca podréis salir.
¡Olvidadlos! Son sintomáticos e indicativos.
Es bueno que indiquen algo: es una señal de que el amor aún no ha tenido lugar. 
¡Es bueno!
Aprended algo de ellos, fijaos en ellos y empezad a moveros hacia el amor.
Disfrutad más del amor y habrá menos celos.
Deleitaos más, en el amor y todavía habrá menos celos.
Dejad que vuestro amor se convierta en una totali­dad, una locura.
Dejad que tenga intensidad y en esa intensidad los celos arderán.
Un amante de verdad jamás ha sabido lo que son los celos.
Así que no os diré que empecéis a hacer algo sobre los celos; no, en absoluto. 
Dadle las gracias por­que simplemente muestran algo que ha de suce­der que todavía no ha sucedido.
Dedicad más energía al amor.
En vez de dedicar energía a analizar los celos y luchar contra ellos, poned más energía en el amor. 
De lo contrario os distraerá: empezaréis a se­guir a los celos, y eso es un desierto.
Nunca llegaréis hasta el final.
Ahí es donde se ha atascado todo el psicoanálisis: confunde los síntomas con los problemas y luego se concentra en penetrar en esos síntomas, en analizarlos.
Podéis continuar pelando la cebolla, podéis seguir sin parar, una capa tras otra, y otra tras otra.
¿Habéis tratado con una persona que realmente esté psicoanalizada?
No existe nadie en la Tierra cuyo psicoanálisis se haya completado.
¡Es imposible! Podéis ir al psicoanalista un año tras otro, y siempre habrá algo que tendréis que ex­plorar.
Es una dirección estéril, os lleva hacia los costados.
¡Id en línea recta hacia el amor!
Mi sugerencia es: haced que el amor sea una gran celebración.
Destinad toda vuestra energía a ello, sin pensar en el futuro.
Mientras estéis enamorados de alguien, no os con­tengáis.
Si os contenéis, al instante eso se convertirá en ce­los, si os entregáis por completo cuando hacéis el amor, sin reservaros nada, si os encontráis abso­lutamente perdidos en ello, todo vuestro cuerpo y ser se vuelven orgásmicos; sois salvajes, gri­táis, cantáis y lloráis y reís, y sentiréis que de la nada surge una paz tal que nada os podrá dis­traer, nada podrá perturbaros.
Haced que el amor sea un festejo y todo eso des­aparecerá.
Los celos no tienen nada que ver con el amor. 
De hecho, vuestro así llamado amor tampoco tie­ne nada que ver con el amor. Se trata de palabras her­mosas que utilizáis sin saber qué significan, sin expe­rimentar su significado.
No dejáis de emplear la palabra «amor». 
La usáis tanto que olvidáis el hecho de que aún no lo habéis experimentado.
Es el peligro que se corre al emplear palabras tan bonitas: «Dios», «amor», «oración». 
No dejáis de emplearlas, de repe­tirlas, y al final esa misma repetición hace que sintáis como sí las conocierais.
¿Qué sabéis sobre el amor? 
Si supierais algo, no podríais formular esta pregunta, porque los celos jamás están presentes en el amor. 
Y siempre que los celos están presentes, el amor no lo está. Los celos no son parte del amor, sino de la pose­sión.
La posesión no tiene nada que ver con el amor. 
Vos­otros queréis poseer.
A través de la posesión os sentís fuertes: vuestro te­rritorio es mayor.
Y si otro intenta entrar en vuestro territorio, os en­colerizáis.
O si alguien tiene una casa más grande que vos­otros, os sentís celosos.
O si alguien intenta desposeeros de vuestra propiedad, os ponéis celosos y os encolerizáis.
Si amáis, los celos son imposibles; no son en abso­luto posibles.
Habláis mucho sobre la fealdad de los celos.
«Sí, son feos ... » 
No, no lo sabéis.
Simplemente repetís lo que yo he estado diciendo.
Si supierais que son feos, con ese mismo conoci­miento desaparecerían. 
Pero no lo sabéis.
Me habéis escuchado, habéis escuchado a Jesús, habéis escuchado a Buda y habéis escuchado opiniones.
Pero no lo sabéis.
No sale de vuestra propia sensa­ción que los celos son feos. 
De lo contrario, ¿por qué los sentiríais?
No es algo fácil. Requiere un gran compromiso.
Los celos son como una roca... muy grandes. El afán de posesión es como una roca... es puro veneno.
El amor queda destruido, aplastado, frag­mentado. Y esos monstruos están dominando a la gente. 
El amor debe ser liberado de esos monstruos. 
La única manera es matando la raíz que los causa.
Si podéis destruir los celos, matadlos, y veréis que de vosotros surgen unas energías hermosas.
El amor se vuelve tan fácil si podéis destruir los celos; en caso contrario, los celos destruyen el amor. 
Si destruís el odio, de pronto tenéis tanto amor que os volvéis incondicionales. 
No os moles­táis en preguntaros si la persona es o no digna de amor. 
¿Quién se molesta cuando tiene tanto para dar? 
Simplemente dais y os sentís agradecidos de que la otra persona haya aceptado.


Y en cuanto Adán y Eva hubieron comido del árbol del conocimiento, él los expulsó del cielo, fuera del paraíso, por el miedo a que entonces probaran el otro árbol. 
Y en cuanto comieran del otro árbol se volverían inmortales, serían como dioses. 
Eso significa que Dios se sintió celoso. 
Se han vuelto a medias como Dios porque ahora saben, no son más inmortales porque entonces no habría diferencia entre dios y ello: sabrían, Dios sabe; serían inmortales, dios es inmortal. 
De modo que unos grandes celos surgieron en la mente de Dios. Fue por celos que resultaron expulsados del paraíso. 
Este no es un concepto muy sano de Dios.
Vuestros dioses no pueden ser diferentes de vosotros.
¿Quién los crearía?
¿Quién les daría forma y color? Vosotros los creáis, vosotros los esculpís; poseen ojos y nariz como vosotros, ¡mentes como vosotros!
El Dios del Antiguo Testamento dice:
«¡Soy un Dios muy celoso!».
¿Quién ha creado a ese Dios que es celoso? 
Dios no puede ser celoso. 
Y si lo es, entonces, ¿qué tiene de malo ser celoso?
Si hasta Dios lo es, ¿por qué creeríais que hacéis algo malo cuando sentís celos? 
Entonces los celos son divinos.

Los celos significan que otra persona tiene más que vosotros. Y es imposible ser el prime­ro en todo.Puede que tengáis la máxima fortuna económica del mundo.
Pero quizá no tengáis una cara hermosa. Y un men­digo os puede poner celosos... su cuerpo, su cara, sus ojos... y estáis celosos.
Un mendigo puede hacer que un emperador sienta celos.Toda vuestra vida habéis sido celosos. ¿Qué habéis aprendido de ello?
Si no aprendéis de esas experiencias, tendréis que repetir otra vez vuestra vida.
Aprended de todas las experiencias, pequeñas o grandes. Siempre que estáis celosos, os encontráis en un fuego, el corazón os arde... y sabéis lo que os hacéis a vosotros mismos. Sabéis lo equivocado que es, pero solo lo sabéis por que otros lo dicen. No es propia comprensión, vuestra propia percepción. Dejad que sea vuestra percepción, para que la próxima vez que surja la situación de estar celosos podáis reíros de ella; para que la próxima vez no os comportéis con el mismo y viejo patrón. Podéis salir de ese patrón.
Casi todas las religiones del mundo están en el mismo barco. Dicen: «No deberías estar enfadado».
Pero ¿cuál es el camino? La ira está ahí.
«No deberías estar celoso».
Pero ¿cuál es el camino para deshacerse de los celos?
«No deberías ser competitivo».
¡Falsos mandamientos!
Es hermoso estar en silencio, pero, ¿dónde está la meditación que os trae el silencio?
«No deberías estar celoso»...
Pero ¿dónde está la comprensión de que cuando tenéis celos se esta quemando vuestro propio co­razón?
No le hacéis daño a nadie salvo a vosotros mismos,
Cómo podéis deshaceros de la competitivi­dad... ya que todos enseñan: «No seas competi­tivo», y por otro lado te dicen: «Sé algo». Te dan ideales: «Sé como Jesucristo». 
Pero hay millones de cristianos; tendréis que competir. 
Te dicen: «No seas celoso», pero obligan a la gente a serlo, ya que atan a un hombre con una sola mujer. 
Cuando el amor desaparece y la primavera se ha terminado, entonces el hombre comienza a encontrar salidas ocultas... y la mujer también.
¿Quién os ha dicho que estéis celosos de al­guien que es más inteligente, de alguien que es más fuerte, de alguien que es más rico?
¿Por qué habéis elegido ser celosos? Vuestros ce­los solo destruirán innecesariamente vuestra energía. 
En vez de estar celosos, averiguad qué podéis hacer con vuestra energía, qué podéis crear.